Sin embargo, hay momentos en los que la luz se desvanece y nos encontramos enfrentando una gruesa pared. Esta pared, imponente y opaca, parece separarnos de la presencia divina. En medio de la oscuridad, nos sentimos perdidos y confundidos, preguntándonos por qué Dios parece haber ocultado Su rostro. Nos aferramos a la esperanza de que pronto volveremos a ver la luz, pero por ahora, la pared nos deja en la penumbra de la incertidumbre.
En nuestra confusión y desesperación, llamamos a Dios, gritando su nombre en un intento de romper la barrera que parece separarnos. Sentimos que Él debe estar lejos, fuera de nuestro alcance. Pero lo que no entendemos en esos momentos es que Él no está lejos en absoluto. Su presencia no está limitada por la distancia física; está más cerca de lo que podemos imaginar.
La pared que parece separarnos de Dios no es más que Su propia mano extendida hacia nosotros. Esta mano, poderosa y amorosa, no nos empuja lejos, sino que nos sostiene desde una distancia que no podemos comprender completamente. Aunque no siempre podamos ver Su rostro o sentir Su presencia de manera tangible, Él está ahí, sosteniéndonos con amor infinito, permitiéndonos crecer, desplegar nuestras alas y alcanzar nuestros sueños más profundos.
(Basado en una reflexión original de Tuvia Serber: “Ocultándose tras Su mano”.)
Oraciones Reconfortantes para aquellos momentos en que necesitamos recordar que no estamos solos:
- "La mano de Dios me sostiene incluso en estas horas oscuras de la noche."
- "Con cada respiración, permito que la presencia divina llene mi ser y disipe mis preocupaciones."
- "En medio de la oscuridad, encuentro refugio en la luz eterna del amor de Dios."
- “Dios es mi sustento eterno, y de su infinitud emana mi ser y propósito”.


