martes, 16 de abril de 2024

Luz Oscura: Un Poema de Confianza en Tiempos Difíciles

 


En los momentos de claridad, percibimos la presencia divina como si Él estuviera observando a través de las celosías de nuestro mundo. Las celosías, delicadas y sutiles, permiten que la luz traspase, pero también nos recuerdan la distancia entre nosotros y lo divino. Es como si Dios estuviera ahí, entretejiendo destellos de luz en nuestro día, recordándonos Su constante vigilancia y amor.

Sin embargo, hay momentos en los que la luz se desvanece y nos encontramos enfrentando una gruesa pared. Esta pared, imponente y opaca, parece separarnos de la presencia divina. En medio de la oscuridad, nos sentimos perdidos y confundidos, preguntándonos por qué Dios parece haber ocultado Su rostro. Nos aferramos a la esperanza de que pronto volveremos a ver la luz, pero por ahora, la pared nos deja en la penumbra de la incertidumbre.

En nuestra confusión y desesperación, llamamos a Dios, gritando su nombre en un intento de romper la barrera que parece separarnos. Sentimos que Él debe estar lejos, fuera de nuestro alcance. Pero lo que no entendemos en esos momentos es que Él no está lejos en absoluto. Su presencia no está limitada por la distancia física; está más cerca de lo que podemos imaginar.

La pared que parece separarnos de Dios no es más que Su propia mano extendida hacia nosotros. Esta mano, poderosa y amorosa, no nos empuja lejos, sino que nos sostiene desde una distancia que no podemos comprender completamente. Aunque no siempre podamos ver Su rostro o sentir Su presencia de manera tangible, Él está ahí, sosteniéndonos con amor infinito, permitiéndonos crecer, desplegar nuestras alas y alcanzar nuestros sueños más profundos.

(Basado en una reflexión original de Tuvia Serber: “Ocultándose tras Su mano”.)


Oraciones Reconfortantes para aquellos momentos en que necesitamos recordar que no estamos solos:

  • "La mano de Dios me sostiene incluso en estas horas oscuras de la noche."
  • "Con cada respiración, permito que la presencia divina llene mi ser y disipe mis preocupaciones."
  • "En medio de la oscuridad, encuentro refugio en la luz eterna del amor de Dios."
  • “Dios es mi sustento eterno, y de su infinitud emana mi ser y propósito”.

En el Eco del Bullicio: Reflexiones sobre la Meditación en la Vida Cotidiana





En el bullicio del mundo, es cuando la meditación alcanza su cumbre más alta, entre  los ruidos y alborotos de la vida cotidiana. 


No es un escape, sino una fusión con lo que nos rodea, instantes de consciencia en cada acto. 


Si para alcanzar el Infinito es imprescindible distanciarse, aún se recurre a la meditación como un refugio, sin penetrar en su esencia.


La esencia de la meditación es percibir en cada quien, en cada acto, en cada cosa, la presencia divina.


Al principio, es natural que sea un refugio, pero gradualmente debemos descenderla para impregnar cada momento cotidiano.

Llevamos el templo consigo, ese espacio interior que nos acompaña en cada momento, mientras insuflamos en lo cotidiano la conexión de consciencia. Este es el propósito sublime de la meditación: integrar la presencia divina en cada aspecto de nuestra vida diaria.


La verdadera prueba no está en la ausencia de gente, sino en cómo nos desempeñamos estando en el medio.


¿Podemos vivir en el presente sin perder la consciencia?


Si, inmersos en nuestro trabajo, nos viéramos sacados de nuestra concentración por una interrupción exterior ¿sería el enojo nuestra primera reacción?


Si el enojo brota ante una interrupción, aún no hemos asimilado su lección. 


En el fragor de nuestras ocupaciones, el corazón se agita con cada interrupción, elevando el quehacer sobre la presencia misma de los demás. 


En ese instante, un enojo interno, como una sombra oscura, se cierne sobre nosotros, revelando nuestra idolatría hacia lo que hacemos, una adoración que nos ciega ante la humanidad que nos rodea.


Mas en el instante de la meditación, una pausa entre el aliento y el latido ardiente, podemos vislumbrar la verdad: que las relaciones humanas son una prueba tangible de Dios. 


Y una sonrisa brota en nuestros labios, aprendemos a danzar con la vida mientras establecemos límites saludables, equilibrando nuestras responsabilidades con el amor y la atención hacia aquellos que nos rodean.


Hemos así, bajado la meditación a tierra, y abrazado por fin su poder transformador.


(Reflexiones inspiradas por Mario Sabán sobre los temas de meditación, ira e Idolatría.)


viernes, 5 de abril de 2024

Trascendiendo la Dualidad: Abrazando la Perspectiva Divina

“Comienza mirando todo desde Dios, y después todas las cosas te serán vistas desde Dios.” Si bien no es una cita exacta de San Agustín, se basa en su pensamiento, en la idea de que ver todas las cosas desde la perspectiva de Dios es fundamental para una comprensión más profunda de la vida y las situaciones humanas. 

En el hinduismo, la práctica de ver las situaciones desde la perspectiva de Dios se conoce como "sakshi bhava", que significa ser testigo de todo como lo haría Dios. 

En la filosofía griega, Platón hablaba sobre la necesidad de elevarse por encima de las apariencias mundanas para alcanzar una comprensión más profunda de la verdad. 

En el misticismo islámico, hay enseñanzas sobre la importancia de ver todas las cosas como manifestaciones de la voluntad divina. Y en la tradición judía, la Cábala enseña sobre la importancia de ver la realidad desde una perspectiva más elevada, conectada con lo divino. 

Y así, en muchas tradiciones espirituales y filosóficas, se recurre a este recurso: el de invertir la mente, tal como lo hacemos al practicar posturas de inversión en yoga, y contemplar la vida desde la perspectiva divina. 

 ¿Para qué? 

En la vida en general nos encontramos inmersos en una constante interacción de opuestos: luz y oscuridad, alegría y tristeza, amor y temor. Esta dualidad inherente nos desafía y nos lleva a enfrentar conflictos tanto dentro de nosotros mismos como en nuestras relaciones con los demás y con el mundo que nos rodea. Sin embargo, al adoptar la perspectiva de Dios, trascendemos estos conflictos y limitaciones del ego. Nos damos cuenta de que somos mucho más que nuestras identidades individuales, que estamos conectados con todos los seres y con el universo mismo. Desde esta visión elevada, dejamos de lado las preocupaciones egoístas y nos abrimos a un estado de compasión, humildad y servicio desinteresado. 

La trascendencia del ego nos permite mirar más allá de las apariencias superficiales y reconocer la unidad subyacente que une a todas las formas de vida. Aprendemos a ver cada experiencia, ya sea placentera o dolorosa, como una oportunidad para el crecimiento espiritual y la expansión de nuestra conciencia. En lugar de juzgar las situaciones como buenas o malas, empezamos a comprender que cada momento es una pieza importante en el vasto rompecabezas de la existencia. 
 
Desde la perspectiva divina, comprendemos que la dualidad misma es una manifestación de la unidad fundamental del universo. Todos los opuestos están intrínsecamente entrelazados y son necesarios para el equilibrio y la armonía del todo. Al salir de la dualidad, abrazamos la totalidad de la experiencia humana con aceptación y gratitud, encontrando la paz interior que trasciende todo entendimiento y la conexión profunda con la red de la vida en su conjunto.

EJEMPLOS


- Desde una perspectiva terrenal, Alfredo ve a su madre como una persona malvada debido a las experiencias pasadas y las heridas emocionales que ha sufrido a manos de ella. Se siente resentido y herido por su comportamiento, juzgándola con dureza sin considerar sus circunstancias. Sin embargo, al situarse en la perspectiva del cielo, Alfredo comprende que su madre también ha enfrentado desafíos y sufrimientos, influenciándola negativamente. Al ver desde lo divino, se libera del juicio y el resentimiento, encontrando compasión por su madre como una víctima de sus propias circunstancias. Reconoce las enseñanzas que su madre le ha brindado, incluso a través del dolor, y se fortalece gracias a su capacidad para perdonar y crecer a partir de las experiencias difíciles. Al abrir su corazón al perdón, encuentra paz interior y sanación, trascendiendo el sufrimiento del pasado y cultivando comprensión y amor por los demás.


- Desde una perspectiva terrenal, un padre puede sentirse frustrado y enojado cuando su hijo no sigue sus planes, interpretando su conducta como desafiante o irrespetuosa. Puede reaccionar con regaños o castigos, alimentando así un ciclo de conflicto y separación. Sin embargo, desde una perspectiva elevada, el padre reconoce el amor incondicional que siente por su hijo y comprende que su comportamiento es simplemente una manifestación de sus propias luchas internas y necesidades no satisfechas. En lugar de reaccionar desde el enojo o la queja, el padre elige responder con compasión y empatía, buscando comprender las razones detrás del comportamiento de su hijo y ayudarlo a crecer y sanar desde un lugar de amor y aceptación incondicional. En este enfoque, se rompe el ciclo de conflicto y se fomenta una conexión más profunda y significativa entre padre e hijo.


- Carolina suele experimentar una profunda ansiedad, viendo el mundo como un laberinto oscuro lleno de preocupaciones y obstáculos. Sin embargo, al cambiar su perspectiva y adoptar una visión más elevada, encuentra oportunidades de crecimiento en cada desafío. Reconoce que forma parte de un universo interconectado y aprende a soltar la necesidad de control, hallando paz en medio de la incertidumbre. Al seguir el propósito de su alma, Carolina se siente inspirada y motivada, viviendo plenamente en el presente.


- Clara estaba en la cola del supermercado cuando se dio cuenta de que había olvidado su billetera en casa. Sintió una oleada de frustración y enojo en una primera instancia, pero luego, en lugar de dejarse llevar por la ira y la irritación, respiró profundamente y trató de controlarse y ver la lección oculta en la situación, en lugar de centrarse en el problema o quejarse. Agradeció la amabilidad de la cajera y se comprometió a ser más consciente en el futuro. Al ver desde los ojos de Dios, Clara trascendió su enojo inicial y encontró paz interior en medio de la adversidad.


Al cambiar nuestra perspectiva y elevar nuestra conciencia, no solo nos situamos en la perspectiva de Dios, sino que también transformamos nuestras actitudes y acciones en el mundo terrenal. Este proceso implica traer los principios y valores divinos a nuestra vida diaria, manifestando el amor, la compasión y la sabiduría en nuestras interacciones y decisiones cotidianas. Es lo que se conoce como "bajar el cielo a la tierra", donde buscamos crear un mundo más armonioso y amoroso, donde la divinidad se refleje en cada aspecto de nuestras vidas y relaciones.  Que este proceso nos inspire a seguir elevando nuestras vibraciones y a llevar la divinidad a cada rincón de nuestro mundo, creando así un hogar celeste en la tierra.