miércoles, 7 de agosto de 2024

Introspección para un corazón tranquilo

 



Cuando las emociones se agitan como olas en un mar tormentoso, es momento de recordar: ¡Tú no eres esas olas!


"Retorna a Uno" no es una simple invitación, es un imperativo. ¿Qué es este "Uno"? Es la danza cósmica, la música silenciosa que sostiene todo. Es la nada que contiene todo,el todo que no es nada.


Cuando te sientes perdido en el laberinto de tu mente, cuando la ansiedad te arrastra como una corriente, recuerda: Tú eres el cielo, y las nubes son solo pensamientos pasajeros.


El corazón es un pájaro enjaulado. La introspección es la llave. Al reflexionar o… meditar, abres la jaula y el pájaro se eleva hacia el cielo. Y en ese cielo, no hay separación, solo una inmensa danza de energía.


¿Por qué volver a Uno? Porque en la unidad está la paz, el amor incondicional, la libertad. Porque en la unidad, eres Dios disfrazado de humano, jugando a esconderse y buscarse.


Así que, la próxima vez que sientas que tu corazón se acelera, sonríe. Di: "¡Ah, otra vez este juego!" Y regresa a tu centro,a ese lugar silencioso y profundo donde reside el Uno.


Que en la quietud de la introspección, nos fundamos en el Uno, como una gota que se une al océano. Que al retornar a nuestra fuente, encontremos la paz que trasciende todas las tormentas. Y así, como un espejo pulido refleja la luz del sol, que nuestros corazones reflejen la belleza transformadora del Ser..


(Reflexionante I-22)

jueves, 1 de agosto de 2024

Presencia Divina - Shejiná



Adaptado de una reflexión original de  Mario Saban, Escuela de Psicología y Cábala


Las personas buscan conexiones espirituales de diferentes maneras: algunas en templos o iglesias, otras en logias, otras en una sala de arte, un ensayo musical o incluso en el club de futbol, encontrando en estos lugares una conexión especial con energías invisibles del universo. Cada individuo resuena con un tipo de espacio o práctica específica.


Cada alma tiene su propia vibración o frecuencia espiritual, lo que la hace resonar más con ciertos lugares o prácticas.

Sin embargo, el alma debe extraer la luz escondida en cada cosa, en todo momento y en todo lugar. ⠀

Una conexión espiritual autentica nos hace ver y sentir la presencia de lo divino en todos los aspectos de la vida, tanto en lo cotidiano como en lo extraordinario, y en todas las personas, especialmente en aquellos que sufren.


En la naturaleza… sentir la presencia de lo divino al observar el amanecer, escuchar el canto de los pájaros, o caminar descalzo.

En actividades diarias… al preparar una comida, al disfrutar del aroma del café recién hecho, al leer un libro…

En la creatividad.. al pintar un cuadro, escribir, o al crear cualquier forma de arte.

En la interacción con otros…  en una sonrisa compartida, en la risa de un niño, en un acto de bondad.

En el sufrimiento… en el cuidado de un enfermo, en el consuelo, en la ayuda a otros.


La presencia de Dios también se encuentra en los momentos difíciles, dolorosos o negativos. La luz destella también en la oscuridad, es decir, en los desafíos, el sufrimiento, y aquellas partes de la vida que pueden parecer desalentadoras o difíciles de comprender. Aún en estos momentos, lo divino está presente y tiene un propósito o significado.

No podemos confinar la energía divina en templos construidos por mano humana, como iglesias, mezquitas o sinagogas. Aunque algunos intenten limitar la presencia de Dios a estos lugares sagrados, la verdad es que la divinidad trasciende cualquier estructura terrenal. Este recordatorio se hace aún más poderoso al considerar las palabras de Esteban, el primer mártir del cristianismo, quien proclamó con convicción que "Dios no habita en templos hechos por mano del hombre". Este mensaje ancestral nos invita a reconocer que la auténtica conexión con lo divino se encuentra en cada rincón del universo y en cada instante de nuestra existencia. Es una lección eterna que nos recuerda la omnipresencia y la universalidad de la espiritualidad en nuestras vidas cotidianas.


Los seres humanos no podemos limitar a Dios dentro de las restricciones del tiempo y el espacio, ya que el Infinito divino trasciende estas dimensiones terrenales. Cada uno de nosotros, en nuestra singularidad, refleja aspectos de la divinidad a través de nuestra espiritualidad y nuestras vivencias. Debemos por ello elevarnos más allá del espacio-tiempo, pues en cada uno de nosotros reside también lo divino.

Cuando logramos sentir que todo es divino, experimentamos un éxtasis que eleva nuestra alma a niveles superiores de conciencia y conexión espiritual.


Lo realmente extraordinario radica en nuestra capacidad para percibir lo cotidiano como algo excepcional. No se trata simplemente de encontrar lo milagroso en eventos grandiosos, sino de descubrir la maravilla oculta en cada momento ordinario de la vida diaria.


Al despojarnos de las capas materiales y superficiales que ocultan la energía divina, todo en nuestro entorno se transforma en un testimonio milagroso.


En este proceso de revelación espiritual, descubrimos la luz dentro de la luz misma, así como la capacidad de extraer luz desde los lugares más oscuros de nuestra experiencia.


Al encontrar la luz dentro de la luz y extraerla incluso de las sombras más densas, nos conectamos con una verdad más elevada que enriquece nuestro ser y nos guía hacia una comprensión más plena y significativa de la vida.


Que puedas sentir la presencia divina en cada rayo de luz, percibir la sacralidad en cada acto de creación y sustento, reconocer la presencia de lo divino en cada gesto de amor y conexión humana. Que puedas descubrir la luz divina que brilla incluso en los momentos de mayor adversidad, recordándote que cultivar una conexión profunda con nuestra esencia interna nos ayuda a trascender las circunstancias y reconocernos parte de una realidad más profunda y significativa.